jueves, noviembre 16, 2006

Ongi Etorri Zubiaurre

Esta mañana me he levantado temprano, para las 10:30 ya estaba en pie... Me he lavado a conciencia cara y sobacos, me he puesto los calzoncillos de Yeste recién limpitos y almidonados... Las medias, las botas y el pantalón corto de esta temporada... Y por supuesto la Zamarra Rojiblanca con el número 12, el de Iban Zubiaurre.

Para las 11 menos 5 ya estaba en los aledaños de la Catedral, esperando impaciente mientras me tomaba una copa de Sol y Sombra a que nuestra querida presidenta, Ana Urquijo, saliera al césped de San Mamés con el flamante y gran fichaje para esta temporada...

La emoción era indescriptible por parte de los numerosos aficionados que nos habíamos congregado en la Preferencia lateral, muchos venidos desde lugares remotos en vuelo charter...

Y al final se cumplieron todas las expectativas... Iban salió con nuestros colores, aunque parecía que los hubiera vestido toda la vida, ¡¡que guapo estaba con la camiseta centenaria...!! La gente gritaba y vitoreaba su nombre, incluso algún desmayo se ha llegado a ver por parte de las aficionadas más jovencitas. Pero al final todo ha quedado en el susto, más cuando el propio Iban, en un gesto de Humanidad que le honra y habla muy a las claras de su buen corazón, se ha acercado a interesarse por la salud de la joven hincha... Que se ha ido a casa con una sonrisa de oreja a oreja, y una foto del nuevo León.

Después de unos magistrales toques de balón con ambas piernas y cabeza, demostrando su condición de crack, y de las pertinentes fotos para la prensa gráfica, Iban se ha despedido de todos nosotros agradeciéndonos nuestra presencia, y emplazándonos a disfrutar de sus futuras actuaciones en el equipo...

Realmente ha sido una de las mejores experiencias que se pueden vivir como aficionado Rojiblanco, y es por ello que nada más acabar el acto público, he venido a todo correr para poder contaros de primera mano esta increíble sensación que hoy nos a embriagado a todos en La Catedral.

Ongi Etorri Iban, Zu Zara Nagusia.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Te he visto! Tu eras el que no paraba de llorar, verdad? El que estaba justo al lado del tio ese de la txapela enorme que se sienta al lado del banquillo. A que si? Seguro que tu también me has visto a mi, yo soy el que ha tenido la hemorragia nasal al ver a Zubiarre saltar al campo. Me he dejado la camisa llena de sangre, pero ha valido la pena, un hecho histórico como este, bien merece la pena. Todavía llevo los algodoncillos en las fosas nasales, espero que en un par de horas, pueda quitármelos...

Saludos zurigorris.

Iñaki y Eider dijo...

Cuanto de cierto hay en tu post amigo Siru! Pero la ocasión lo merecía: Toda la noche sin dormir con los nervios en el estómago, a las 8am el despertador, tostadas con colacao, autobuús hasta San Mamés y volver a vestirnos a los 30 de Julen Guerrero. Que nos quiten lo bailado! Ni siquiera nos han importado las miradas furtivas de los transeuntes.
Aún tengo los pelos como escarpias y es que hemos sido testigos de excepción de un momento histórico que cambiará nuestra manera de entender el Atletic y, sin duda, de vivir el futbol

SIRU dijo...

Si, era yo Luther, lo reconozco, cuando he visto a Iban ya en el cesped, no había consuelo para mí, un montón de sensaciones se me han agolpado de pronto, muchos años de padecer una travesía del desierto que por fín toca a su fin... He llorado como no lo hacia desde la retirada de Genar Andrinúa y Andoni Ayarza.

Soy Humano, lo reconozco

Anónimo dijo...

Con Iban se cierra un ciclo, ahora todos para arriba!

Unai dijo...

Yo no he podido ir por la lejanía de mi centro de trabajo a san mames pero gracias por contarnos lo que se ha vivido en la catedral. Según lo leía me estaba imaginando estar ahí, en ese momento tan importante para la historia de nuestro club.
Muchas gracias siru, te envidio

SIRU dijo...

Nada, yo solo soy un profeta Rojiblanco, un rapsoda novato que intenta daros luz a los que no podeis ver...

Como bien dice Samuel, ahora empieza la Nueva Era, este Domingo con Zubiaurre ya entre nosotros, la victoria está asegurada.